sábado, 21 de junio de 2014

Lemnos: mujeres sin hombres y un arquero herido

       La isla de Lemnos es una isla griega situada en el mar Egeo, entre el monte Atos y los Dardanelos, al suroeste de la isla turca de Imbros.  

    Su primer nombre fue Etalia (Llameante), por su naturaleza volcánica. El nombre de Lemnos le fue dado, al parecer, por la gran diosa adorada en la isla.




     Según la leyenda que recoge Homero, la isla fue habitada por la tribu tracia de los Sintias. Cuando Jasón y los Argonautas desembarcaron en ella de camino a la Cólquide, la encontraron habitada sólo por mujeres que habían matado a sus hombres porque les habían sido infieles con mujeres tracias, a causa del mal olor que había infundido la diosa Afrodita a las lemnias. Los Argonautas y las mujeres de la isla se unieron y tuvieron hijos, y luego ellos continuaron viaje hacia la isla de Samotracia.

     Otras fuentes dicen que unas mujeres de Atenas fueron raptadas por los pelasgos, quienes las llevaron a Lemnos. Ellas enseñaron a sus hijos la lengua y las costumbres de su ciudad, y los niños se defendían unos a otros y dominaban a los nacidos de mujeres tracias. Por ese motivo, los pelasgos se enfadaron y los mataron a ellos y a sus madres.  Proverbialmente, para referirse a actos criminales se empleaba la expresión “mal de Lemnos”.

     Según La Ilíada, la forja de Hefesto estaba en el monte Olimpo, pero lo habitual era situarla en el corazón volcánico de la isla de Lemnos. Hefesto fabricó muchos de los accesorios que lucían los dioses, y se le atribuye la forja de casi todos los objetos metálicos con poderes finamente trabajados que aparecen en la mitología griega: el casco y las sandalias aladas de Hermes, la égida de Zeus, el famoso cinturón de Afrodita, la armadura de Aquiles, las castañuelas de bronce de Heracles, el carro de Helios, el hombro de Pélope, el arco y las flechas de Eros, el casco de invisibilidad de Hades, el collar que regaló a Harmonía y el cetro de Agamenón. Asimismo, Hefesto era el forjador de los rayos de Zeus.


La fragua de Vulcano- Velázquez


       En Lemnos se sitúa un episodio famoso relacionado con la guerra de Troya y que conocemos bien por una tragedia de Sófocles, Filoctetes.
       Ulises y Neoptólemo llegan a la isla de Lemnos dispuestos a recuperar el arco de Heracles y a su dueño, el arquero Filoctetes, necesarios según un oráculo para lograr la victoria definitiva contra Troya. Saben que no será fácil ya que años atrás lo habían abandonado en la isla debido a la repulsión que sentían por el mal olor de una herida. Ulises va dispuesto a utilizar cualquier trampa para engañar a Filoctetes; en cambio, el  joven Neoptólemo, hijo de Aquiles, desembarca dejando muy claro que prefiere fracasar obrando rectamente que vencer con malas artes. Ulises intenta convencerle de que ya habrá tiempo después para mostrarse justos, y Neoptólemo logra, con promesas, ganarse la confianza de Filoctetes y el anhelado arco. Ulises tenía razón, y las palabras seductoras habían triunfado sin necesitar usar la violencia. Quedaba tan sólo el problema de embarcar a Filoctetes en compañía de su gran enemigo y llevarle a cumplir la misión que les traería la gloria a aquellos que lo habían maltratado. Neoptólemo quiere el triunfo, pero no a costa de perderse a sí mismo. Por eso habla sinceramente con Filoctetes y le cuenta la verdad haciéndole una propuesta: le ofrece su curación y su reinstauración plena en la sociedad a cambio de su colaboración voluntaria en la batalla definitiva contra Troya. Filoctetes, no acepta. Se le abandonó por ser un herido apestoso e inútil para todos, y ahora no está dispuesto a dar su arco para ganarse el aprecio de los que le despreciaron.

Ulises, Neoptólemo y Filoctetes



viernes, 20 de junio de 2014

Hades: pocas veces se sale de allí

Hades (o Plutón) era hijo de los titanes Cronos y Rea, hermano de Zeus, Poseidón, Hestia, Deméter y Hera. Es reconocido por sus atributos como el casco de la invisibilidad (forjado por los Cíclopes), la cornucopia, el trono y, al lado suyo, Cerbero.También puede ir acompañado por las Erinias (eran personificaciones femeninas de la venganza, que perseguían a los culpables de ciertos crímenes), las Keres (eran espíritus alados que vengaban a los muertos con violencia), las Harpías (con rostro de doncella y cuerpo de aves de rapiña), Caronte, y los jueces Minos, Radamantis y Éaco.


En el reparto del mundo a Hades se le atribuyó el mundo subterráneo, al que acabaría llamándose de forma genérica el Hades, rodeado por cuatro ríos: el Estige (río del odio), el Aqueronte (río de la aflicción), el Leteo (río del olvido) y el Piriflegetonte (río del fuego). En el Hades residen las almas de los muertos, y es muy difícil salir de allí, así como también entrar sin estar muerto, debido a Cerbero (hijo de Tifón y Equidna), el perro de tres cabezas que designó Hades como guardián de las puertas de su reino.

El viaje al otro mundo

Hades es el rey del  otro mundo por lo que tiene un poder absoluto sobre los fallecidos. Cuando una persona muere su alma es guiada por el dios mensajero Hermes hasta un ancho río de aguas turbulentas. El alma tiene que alquilar la barca que es dirigida por un viejo llamado Caronte (hijo inmortal de Érebo y de la Noche), el barquero del Hades, al que se debía pagar un óbolo (moneda que tradicionalmente se le colocaba al cadáver en la boca para que pagara el peaje). La función de Caronte era pasar las almas al otro lado del río Estige, Caronte no dejaba subirse a su barca a ningún vivo salvo algunas excepciones. Dejaba las almas en la puerta del Hades, donde estaba Cerbero sin hacer daño a las almas, pero entraba en acción si aparecía algún ser vivo, cosa poco frecuente. Tras desembarcar Caronte a las almas en las puertas del Hades estas se cerraban. Primero debían pasar por el Campo de los Asfódelos (lugar gris y nebuloso donde los arboles arraigaban sus ramas hacia el suelo) y la laguna Letea o río Leteo, donde iban a beber los muertos ( al beber del río Leteo, los difuntos olvidaban su vida pasada y sus recuerdos).


Llegados a este punto, aparecían Perséfone (sobrina y esposa del rey de los muertos) y Hades para juzgar a las almas, pero quienes tomaban esa decisión eran tres jueces que fueron elegidos por Hades a causa de su sabiduría y la vida ejemplar que habían llevado: Minos, Radamantis y Éaco. Todos los días los muertos eran llevados ante ellos, y según su veredicto tomaban tres caminos: si no eran considerados ni buenos ni malvados, las almas eran enviadas al Campo de los Asfódelos donde permanecían la mayoría de almas, en un continuo crepúsculo sin día ni noche, mientras se pasaban la eternidad dando vueltas. Si eran considerados merecedores de mejor destino, se les enviaba a los Campos Elíseos (un tranquilo lugar donde las almas vivían "felices", los pájaros cantaban, había grandes prados cubiertos de flores donde el sol brillaba y no existía la noche, sonando siempre música de flauta o de lira que alegraba la vida de los fallecidos, con vino abundante pero que a nadie hacía daño. Los juzgados como malvados eran enviados a la región del Tártaro (donde se encuentran encerrados los Titanes y algunos personajes mitológicos que sufren un castigo  eterno por haber ofendido a los dioses, como Tifón, Sísisfo, Ixión y las Danaides).

El Ténaro, una de las supuestas entradas al Hades


Salir del Hades con vida

Uno de los pocos seres humanos que logró entrar al Hades y salir de él vivo fue Orfeo, cantor por excelencia, músico y poeta. El dolor por la muerte de Eurídice le llevó a intentar recuperar su alma del reino de Hades. Tras su descenso, Hades se lo concedió con la condición de no mirar atrás en su regreso hasta haber salido a la luz. En el último momento no pudo aguantar la tentación y volvió la vista, perdiéndola definitivamente.



También estuvo allí  Heracles  cuando, como último de los doce trabajos, tuvo que ir a capturar a Cerbero. Primero viajó a Eleusis para iniciarse en los misterios eleusinos, para purificarse de la muerte de sus hijos y aprender cómo  entrar y salir vivo del  otro mundo. Encontró su en el Ténaro. Atenea y Hermes le ayudaron en su camino. Heracles pidió permiso a Hades para llevarse a Cerbero y el dios accedió siempre que Heracles no le hiciese daño y se lo devolviera, cosa que hizo.



Viajaron al Hades también Teseo y su amigo Pirítoo, quienes habían prometido casarse con hijas de Zeus. Teseo eligió a Helena, la secuestró con la ayuda de Pirítoo y decidió retenerla hasta que tuviese la edad de casarse. Pirítoo eligió a Perséfone. Dejaron a Helena con la madre de Teseo, Etra, y viajaron al inframundo. Hades fingió darles hospitalidad y preparó un banquete. Cuando la pareja se sentó, ya no podían levantarse del asiento. Teseo fue finalmente rescatado por Heracles, pero Pirítoo se quedó allí.



Amadas por Hades

Hades raptó a su sobrina, Perséfone, y la convirtió en su esposa, pero, como su hermano Zeus, no era un marido fiel. Según Ovidio, persiguió y amó intensamente a la hermosísima ninfa infernal Mente, asociada con el río Cócito. Una vez, su esposa Perséfone los encontró juntos y, presa de un ataque de celos, lanzó furiosa a la ninfa al suelo y la pisoteó. Hades transformó sus restos en la planta de la menta para que Perséfone no pudiera tomar más represalias contra ella. Esto sucedió en Bitinia.
De forma similar, la ninfa Leuce, a quien también había violado Hades, fue metamorfoseada tras su muerte natural  en un álamo blanco, que se encuentra en los Campos Elisios.



miércoles, 18 de junio de 2014

Calidón: encuentro entre un centauro y la destructora de hombres

En la mitología griega, la calidonia Deyanira (en griego antiguo Δηϊάνειρα, literalmente ‘que destruye a los hombres’)era la tercera esposa de Heracles y madre de su hijo Hilo.


Río Eveno


Cuando se dirigían a Traquis, un centauro salvaje llamado Neso intentó violar a Deyanira mientras la ayudaba a cruzar el río Eveno. Heracles vio lo que ocurría desde el otro lado de un río y le disparó una flecha envenenada al pecho.



Agonizando, Neso mintió a Deyanira contándole que la sangre que brotaba de su corazón aseguraría que Heracles le amase para siempre. Deyanira creyó sus palabras y guardó un poco de dicho veneno. Cuando su confianza en Heracles empezó a menguar porque él regresaba a casa con una joven, Yole, en calidad de concubina, untó una túnica  con la sangre de Neso. Licas, el siervo de Heracles, le llevó la túnica y cuando se la puso, Heracles sintió horribles dolores cuando ésta quemó su piel. Pidió, entonces, que erigieran una pira y se tiró a ella, para morir. Desesperada al ver lo que había hecho, Deyanira, culpable involuntaria de la muerte de su esposo, se suicidó ahorcándose.










lunes, 16 de junio de 2014

Calidón: la triste cacería del jabalí

       El rey Eneo de Calidón celebraba sacrificios anuales en honor de los dioses. Un año, olvidó incluir a Ártemis en sus ofrendas. Ofendida, la diosa soltó,  en los alrededores de Calidón, al jabalí más grande y feroz imaginable, que se comportó como un loco por toda la campiña, destrozando viñedos y cosechas y obligando a la gente a refugiarse dentro de las murallas de la ciudad, donde empezaron a morirse de hambre.




     Eneo envió mensajeros a buscar a los mejores cazadores de Grecia, ofreciéndoles la piel y los colmillos del jabalí como premio. Entre los que respondieron, se encontraban Meleagro (que en la mitología griega era hijo de Eneo, rey de Calidón, y Altea; de él se decía que desde niño las Moiras anunciaron a Altea que la vida de su hijo estaría ligada a un tizón de leña ardiente, y que cuando se consumiera el tizón, Meleagro moriría), algunos de los Argonautas y una mujer: la cazadora Atalanta, la ‘indomable’, similar a la propia Ártemis.

La caza de Atalanta y Meleagro

     Se dice que Ártemis envió a la joven cazadora sabiendo que su presencia sería una fuente de conflictos, como de hecho ocurrió: muchos de los hombres, encabezados por Cefeo y Anceo, rehusaron ir de caza con una mujer, y fue el enamorado Meleagro quien los convenció. No obstante, fue Atalanta quien primero logró herir al jabalí con una flecha, aunque fue Meleagro quien lo remató y le ofreció el premio a ella, que había derramado la primera sangre. Pero sus tíos, los hijos de Testio, que consideraban vergonzoso que una mujer lograse el trofeo de una cacería en la que habían participado hombres, le arrebataron la piel, diciendo que era propiamente suya, por derecho de nacimiento. Enfadado por esto, Meleagro mató a los hijos de Testio y dio de nuevo la piel a Atalanta. Altea, madre de Meleagro y hermana de los hombres que había matado él, tomó el tizón fatal del cofre donde lo había guardado y lo arrojó al fuego. Cuando se hubo consumido, Meleagro murió al instante, como habían predicho las Moiras. Así logró Ártemisa una venganza definitiva contra el rey Eneo, dejándole sin hijo varón.


Calidón






jueves, 12 de junio de 2014

Creta: la joven que dio nombre al continente, un extraño amor y la venganza de un rey.



        Creta (en griego Κρήτη), es la isla más grande de Grecia y la quinta en tamaño del Mar Mediterráneo. Posee una superficie de 8.300 kilómetros cuadrados, una costa de 1.040 kilómetros y una población de 600.000 habitantes. La capital de Creta es Heraclion.






         Europa era hija de Agenor y Telefasa. Ella jugaba con sus compañeras en la playa cerca de Tiro cuando Zeus la vio y quedó maravillado por su belleza, por lo que se enamoró de ella. Como Zeus sabía que Europa podía rechazarlo si se le presentaba naturalmente, se transformó en un hermoso toro blanco que tenía cuernos parecidos a la luna en cuarto creciente y se presentó a los pies de Europa. Primero la joven se asustó, pero luego fue cobrando confianza con el toro. Lo acaricia en el lomo y decide por último montar en su espalda.



      Zeus inmediatamente se levantó y partió hacia el mar. Europa gritaba y se aferraba con fuerza a los cuernos, pero Zeus no se detuvo. Se adentró en la olas y se alejó de tierra, hasta llegar a Creta. Más tarde, Zeus logra lo que quería y se une con Europa cerca de una fuente. De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis.


Gortina- El árbol bajo el que Zeus se unió a Europa
    
     Pero Zeus no podía quedarse con Europa, por lo que, como recompensa, le da tres regalos. El primero es Talo el autómata, que era de bronce y cuidaba las costas de Creta contra los desembarcos extranjeros. El segundo fue un perro que nunca fallaba en la cacería y siempre lograba atrapar a sus presas. Por último, le entregó una sorprendente jabalina que siempre y sin excepción acertaba en el blanco elegido.




     Cuando Europa murió, le fueron concedidos honores divinos y el toro que había sido la forma en que Zeus había amado a Europa fue convertido en constelación e incluido en los signos del zodíaco: Tauro.


                                                                                       

    Cuando Minos era rey de Creta,  prometió un día a Posidón que sacrificaría lo primero que saliera del mar. Posidón hizo salir un toro, pero Minos lo encontró tan bello que lo añadió a sus rebaños, y Posidón, enfadado, hizo que su esposa, Pasífae, se enamorara del toro. Dédalo construyó una vaca de madera, donde se escondería Pasífae. El toro se apareó con la vaca de madera y entonces Pasífae se quedó embarazada de un ser mitad hombre, mitad toro: el Minotauro. Más tarde, Minos encerró al Minotauro en el Laberinto, que había construido ya Dédalo.    


     Como los atenienses debían pagar un tributo a Minos, Teseo, el hijo de Egeo, se ofreció a matar al Minotauro y así liberar a su patria de Minos y su condena, ya que Minos elegía a los jóvenes que servirían de alimento al Minotauro, y al enterarse que era el hijo de Egeo, aceptó que fuese para que le devorase el Minotauro. Era ya la tercera vez que catorce jóvenes, de los cuales eran siete chicos, y siete chicas, iban a ser sacrificados.
     Al llegar a Creta, los jóvenes fueron presentados a Minos. Teseo, entonces, conoció a Ariadna, hija del rey, la cual se enamoró de él. La princesa le pidió a Teseo que no entrase al Laberinto porque el Minotauro le mataría, pero el joven se negó porque según él, podía matarlo. Ariadna se dispuso a ayudarlo e ideó un plan mediante el cual ayudaría a Teseo a salir del Laberinto.

Para ello le pidió a Dédalo que hiciese un hilo, que Ariadna entregó a Teseo con forma de ovillo, para que, una vez estuviese dentro del laberinto, atara un cabo en la entrada, y así distinguiría el camino de vuelta tras haber matado al Minotauro. Después de haberlo matado, Teseo partió con Ariadna; la sacó de Creta y se la llevó consigo rumbo a Atenas, pero la abandonó en Naxos.

     Cuando Teseo mató al Minotauro, Minos, enfadado, encerró a Dédalo y a su hijo, Ícaro, en el Laberinto. Pudieron huir volando con las alas que inventó Dédalo pero, el joven voló tan alto que la cera que unía las plumas de las alas se derritió y se cayó ahogándose en el mar, sin que su padre pudiera hacer nada por evitarlo.